Por José Luis Corral svd

San Arnoldo Janssen y San José Freinademetz, dos hombres que se convierten en un signo, una referencia luminosa y portadora de esperanza para nuestras vidas. A través de ellos podemos descubrirnos en nuestra respuesta y entrega, son como los dos ojos por los cuales divisamos la luz o los dos pulmones a través de los cuales respiramos la vida ofrecida.

Fidelidad y Coherencia: con estos dos términos podemos identificarlos, aunque no son excluyentes ni unívocos, y hasta los podemos intercambiar, ya que son inseparables y se reclaman mutuamente.

Fidelidad y Coherencia no las podemos considerar como algo estático y rígido; ellas nacen, se expanden y florecen fecunda y creativamente en los diferentes entornos y momentos en que nos encontremos. Se las entienden en el tiempo y desde el tiempo, desde lo que cambia y lo que permanece, desde lo concluido como tramo y desde lo abierto como proyecto. Pero siempre encontraremos ese hilo que hilvana y da sentido a lo cotidiano, zurce los grandes y pequeños acontecimientos, anuda lo caduco y efímero con lo infinito y eterno.

Arnoldo y José, nos muestran el camino de la fidelidad y la coherencia como ese canal por el cual fluye la vida recibida y donada, los llamados y las respuestas, el discernimiento y el compromiso en el que nos jugamos cada día.

Se trata de conectar con nuestro auténtico ser, con el modo de estar y permanecer desde una opción vital, con una orientación decisiva de nuestras energías-inteligencia-afectos-voluntad-libertad. Pero puede ser que nos recortemos, debilitemos, vaciemos o agotemos, que se vaporice la elección y como en una sangría perdamos vigor.

En una sociedad y cultura, tan compleja y convulsa como la actual, se alberga una sospecha sobre cómo comprender la fidelidad y la coherencia. Por diversas ranuras se cuelan claridad y opacidad, luz y sombra, lo verdadero y lo incierto, que por momentos nos pueden convencer que son imposibles o ilusiones abrumadoras.

La fidelidad y la coherencia tienen que ver con aquello a lo que nos vinculamos, con la capacidad de compromiso, contando con los fracasos y la vulnerabilidad; ensambla con lo genuino e íntegro, con lo que se logra en el tiempo y con la espera de lo que no llegó, todo ello justamente le dan su peso y valor.

Fidelidad y coherencia, tienen que ver con la unidad interior y con la correspondencia externa, no es sólo aguante y persistencia, es resistencia pero no rigidez, flexibilidad y a la vez solidez.

Arnoldo y José nos ayudan a cultivar la fidelidad creativa y la coherencia templada, aún en el tedio, las dificultades, las enfermedades, la soledad, que ellos también supieron integrar en sus vidas. Vivir desde la hondura interior y afectados por la vida de los demás, sin maquillajes y sin hipocresías.

Hoy se nos pide ser testigos creíbles de Aquél que fue fiel hasta las últimas consecuencias, que vivió con honestidad su vocación y su misión, que nos acompaña a vencer el engaño y las trampas que nos licuan y desintegran.

Pedimos al Espíritu Santo vivir lo que profesamos como religiosos misioneros, con alegría y en verdad, con humildad y libertad.

(Fuente: Eidéseis, enero-febrero 2018)